Wednesday, April 8, 2009

Demencia

20-Junio-2008
Mari Mari Narváez

Dorothy tiene 82 años. Bob, 95. La vida en el asilo era desabrida. Lo sé porque, según el reportaje, Dorothy no se cambiaba su traje amarillo con frecuencia. Para qué, pensaría, y yo la entiendo.

Él siempre estaba por su lado, acompañado de alguna anciana a quien, invariablemente, le rompía el corazón. Ella andaba por el suyo.

Ambos padecían de “demencia”, esa palabra tan labial y sonora; una expresión que se arrastra como si pudiera imitar su propio significado con el solo pronunciamiento de sus ocho letras. Demencia. Me gusta cuando viene antecedida de un qué. Qué demencia, así es que me gusta.

Se conocieron y se fascinaron. Comenzaron a hacer sus tres comidas juntos e, inmediatamente, se vio a Dorothy con otros vestidos, hasta poniéndose pantallas de perlas y pintándose los labios. En poco tiempo, se hicieron inseparables. Ella volvió a tocar el piano; él se sentaba a su lado a observarla, a escucharla y esperarla. Les tomaron una foto en la que Dorothy parece una gran concertista con sus zapatos de lamé dorado.

La demencia no fue antídoto contra la demencia, y comenzaron a hacer el amor a la menor provocación. Sabían en qué momento del día nadie los vigilaba, y planificaban su huida. Tenían un plan maestro para la ejecución de su deseo y, ante semejante pericia, me pregunto si de verdad padecerían de esa supuesta ‘demencia’.

Un día, el hijo de Bob los pilló en pleno acto y, en un ataque de pudor, sacó a su padre del asilo, aduciendo que su actividad sexual podía causarle un exabrupto cardiaco.

Dorothy volvió a su vestido amarillo. Ya no se pinta los labios ni baja al comedor. Depresión profunda, dicen los médicos, y recomiendan que la lleven donde Bob, que lo sienten con ella en el piano, que nadie los vigile aunque sea por un instante.

El hijo dice que no importa; que su padre también pronuncia el nombre de ella a diario como quien lanza una pluma en el aire, pero será cuestión de días antes que vuelva a olvidarse, no sólo de Dorothy sino de sí mismo.

La autora es periodista.